Si algo puede hacer que se me llene los ojos de lagrimas, dicho esto literalmente y sin que se vea en ello ningún eufemismo, es Víctor Heredia cuando canta “Aquellos Soldaditos de Plomo”, por que me veo a mí mismo de la mano de mi viejo, sin agitar ninguna bandera, pero viendo pasar a los soldados un día patrio allá en los lejanos tiempos de mi niñez, allá en los lejanos tiempos de cuando mi viejo era un tipo alto, muy alto, sano y entero.
Conservo pocas imágenes de él, de mi viejo, en la memoria, pero una de ellas es cuando, de su mano, vi pasar un camión rojo, creo que era un Ford modelos ’46 que llevaba de tiro, atado con cadenas, un busto de Evita un 16 de septiembre de l955.
No me pregunten quienes asumieron el poder por que no me acuerdo. Lo que recuerdo es una mezcla de incertidumbre con algo de miedo al ver la cobardía de los tipos que iban pateando un pedazo de piedra, mármol o lo que fuera el material con que estaba realizado aquel busto, lastimándose los pies por lastimar el alma de “los descamisados” que sin duda deben haber contemplado ese salvaje desquite con aquella que había muerto hacia tres años, pero había entrado en la inmortal memoria del pueblo.
“¡Viva el cáncer!, escribió alguna mano enemiga en un muro de Buenos Aires. La odiaban, la odian los biencomidos: por pobre, por mujer, por insolente. ” escribió tiempo después Eduardo Galeano (Memorias del Fuego , "EL SIGLO DEL VIENTO", México, Siglo XXI, 1990) a quien recurro y encuentro la respuesta a la pregunta ¿Quiénes la pateaban esa esfingie?
Esa historia que ahora cuento la miré con los azorados ojos de mis casi nueve años en la esquina de Mitre e Italia de San Rafael natal, de la mano de mi viejo y he estado a punto de escribir que en el mismo sitio disfruté del desfile de “las fuerzas armadas”, que motivo el comienzo de esta charla.
Pero no, no fue ahí donde contemplé pasar los soldados, con sus uniformes relucientes y a los militares que cumplían su misión en la cordillera con los esquies de madera y los bastones con redondeles de cuero sobre los hombros y cruzados detrás de la nuca.
¿Serían esos los Soldaditos de Plomo, a los cuales no se si les canta Víctor Heredia, los que le generaron la desazón y el desengaño que le inspiraron esta canción? O se le dispararon las ganas y las rabias por los del ’76 ?. (23/03/2010).
En fin. Me había propuesto seguir escribiendo algo personal sobre el 24, continuando hoy, pero esta madrugada la policía golpeó mi puerta. Era para avisarme que se había quedado el auto afuera, en la calle con las puertas sin seguro y dos vidrios bajos. Eran las seis menos cuarto y sentí miedo. Me había acostado pensando en recordar de algún modo más extenso el acontecimiento luctuoso que se conmemora hoy. Y ese miedo me generó de alguna manera un poco de vergüenza. ¿Quién soy yo para contar mi historia? Mínima, pedestre historia. ¿Quién era yo hace 34 años además de ser un delegado gremial del sindicato de Luz Y Fuerza que se quedó sin su trabajo? No, me dije, dejalo. Poné la música que acompañe a quienes lean esto y nada más. Muchas gracias. a./
P.D.: Pobre Borges. Un acontecimiento como éste nos va a hacer olvidar su natalicio. Dejarlo para mañana.
He aquí Aquellos Soldaditos De Plomo / Víctor Heredia
Lean y escuchen a Gieco: La Memoria
Los viejos amores que no están
La ilusión de los que perdieron
Todas las promesas que se van
y los que en cualquier guerra se cayeron
Todo está guardado en la memoria
Sueño de la vida y de la historia
El engaño y la complicidad
de los genocidas que están sueltos
El indulto y el Punto Final
a las bestias de aquel infierno
Todo está guardado en la memoria
Sueño de la vida y de la historia
La memoria despierta para herir
a los pueblos dormidos
que no la dejan vivir
libre como el viento
Los desaparecidos que se buscan
con el color de sus nacimientos
El hambre y la abundancia que se juntan
El maltrato con su mal recuerdo
Todo está clavado en la memoria
Espina de la vida y de la historia
Dos mil comerían por un año
con lo que cuenta un minuto militar
Cuántos dejarían de ser esclavos
por el precio de una bomba al mar
Todo está clavado en la memoria
Espina de la vida y de la historia
La memoria pincha hasta sangrar
a los pueblos que la amarran
y no la dejan andar
libre como el viento
Todos los muertos de la AMIA
y los de la Embajada de Israel
El poder secreto de las armas
La justicia que mira y no ve
Todo está escondido en la memoria
Refugio de la vida y de la historia
Fue cuando se callaron las iglesias
fue cuando el fútbol se lo comió todo
que los padres palotinos y Angelelli
dejaron su sangre en el lodo
Todo está escondido en la memoria
Refugio de la vida y de la historia
La memoria estalla hasta vencer
a los pueblos que la aplastan
y no la dejan ser
libre como el viento
La bala a Chico Mendez en Brasil
150 mil guatemaltecos
los mineros que enfrentan al fusil
represión estudiantil en México
Todo está cargado en la memoria
Arma de la vida y de la historia
América con almas destruidas
Los chicos que mata el escuadrón
Suplicio de Mugica por las villas
Dignidad de Rodolfo Walsh
Todo está cargado en la memoria
Arma de la vida y de la historia
La memoria apunta hasta matar
a los pueblos que la callan
y no la dejan volar
libre como el viento
Y el inefable Charly. LOS DINOSAURIOS
Los amigos del barrio pueden desaparecer,
los cantores de radio pueden desaparecer.
Los que están en los diarios pueden desaparecer,
la persona que amas puede desaparecer.
Los que están en el aire
pueden desaparecer en el aire.
Los que están en la calle
pueden desaparecer en la calle.
Los amigos del barrio pueden desaparecer,
pero los dinosaurios van a desaparecer.
No estoy tranquilo, mi amor,
hoy es sábado a la noche un amigo está en cana.
Oh, mi amor, desaparece el mundo.
Si los pesados, mi amor,
llevan todo ese montón
de equipaje en la mano.
Oh, mi amor, yo quiero estar liviano.
Cuando el mundo tira para abajo
es mejor no estar atado a nada,
imaginen a los dinosaurios
en la cama.
Por la atención dispensada, muchas gracias
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