28 octubre 2008

RAFAEL ALBERTI - Poeta libertario


A GALOPAR

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar.
*/*


Imperdible... CLICK para ver a Rafael Alberti y Paco Ibáñez

www.youtube.com/watch?v=15JfnrqBqSI




19 octubre 2008

LEOPOLDO MARECHAL - 17 de octubre


Desde el Oeste un rumor... 

Era muy de mañana, y yo acababa de ponerle a mi mujer una inyección de morfina (sus dolores lo hacían necesario cada tres horas). El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García. Mi domicilio era este mismo departamento de calle Rivadavia. De pronto me llegó desde el Oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y, enseguida, su letra: 

"Yo te daré/ 

te daré, Patria hermosa,/ 

te daré una cosa,/ 

una cosa que empieza con P/

Perooón". 

Y aquel "Perón" resonaba periódicamente como un cañonazo. 

Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí, y amé los miles de rostros que la integraban no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina "invisible" que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas, y que no bien las conocieron les dieron la espalda.

Desde aquellas horas me hice peronista.



17 octubre 2008

17 de octubre

“Fue un Fuenteovejuna: nadie y todos lo hicieron. Se llenó la plaza, en una especie de fiesta, de columnas que recorrían la ciudad sin romper una vidriera y cuyo pecado más grande fue lavarse «las patas» en las fuentes porque habían caminado quince, veinte o treinta kilómetros” [Arturo Jauretche]
“A caballo unos, en bicicleta o camiones otros, a pie los más, aquella muchedumbre abigarrada marchaba como un sonámbulo invulnerable. “La Argentina de los campos vacíos, siempre iguales a sí mismos, estaba paralizada. Todo el país había concentrado la energía del trabajo cotidiano en una gigantesca huelga general. Los obreros de los frigoríficos, del petróleo, del caucho, los portuarios, de la construcción, habían cruzado sus brazos sobre el pecho. Los trenes, inmóviles como largos animales dormidos, exhibían en la protesta desoladora y terrible de su mudez, esa voluntad nacional de un pueblo más tensa que los poderes entumecedores de una historia construida con millones de seres aplastados y levantada sobre un siglo de infamia. «¡Libertad para Perón! ¡Perón sí, otro no! ¡Muerte a los traidores!», se leía en los vagones ferroviarios. Desde Córdoba, Tucumán, San Juan, Mendoza, Jujuy, los parias anuales de las cosechas, los criollos a precios módicos, descendían en marejadas sombrías a la ciudad puerto como símbolos eternos de un pueblo eterno” [Juan José Hernández Arregui]
“El sol caía a plomo sobre la Plaza de Mayo, cuando inesperadamente enormes columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en una sola fe. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir. Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. Descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y al trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. “Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, la hilandera y el empleado de comercio. Era el subsuelo de la patria sublevado” [Raúl Scalabrini Ortiz]
gracias Pablo Simón. Como siempre

16 octubre 2008

la vida es lo mejor que conozco.

La pura verdad
Si ustedes lo permiten, prefiero seguir viviendo.
Después de todo y de pensarlo bien,

no tengo motivos para quejarme o protestar:
siempre he vivido en la gloria: nada
importante me ha faltado.
Es cierto que nunca quise imposibles;

enamorado de las cosas de este mundo
con inconsciencia y dolor y miedo y apremio.
Muy de cerca he conocido

la imperdonable alegría; tuve sueños espantosos
y buenos amores, ligeros y culpables.
Me avergüenza verme cubierto de pretensiones;

una gallina torpe, melancólica, débil, poco interesante,
un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.
Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin
darme cuenta, voy iniciando una madurez equilibrada,

capaz de enloquecer a cualquiera o aburrir de golpe.
Mis errores han sido olvidados definitivamente;

mi memoria ha muerto y se queja
con otros dioses varados en el sueño

y los malos sentimientos.
El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme,
pero lo he derrotado para siempre;

sé que futuro y memoria se vengarán algun día.
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la
Cenicienta, aunque algunos me recuerden con cariño

o descubran mi zapatito y también vayan muriendo.
No descarto la posibilidad de la fama y del dinero;

las bajas pasiones y la inclemencia.
La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.
Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud
y en mi destino y en la buena suerte:
sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia.
Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;
compartir este calor, esta fatalidad

que quieta no sirve y se corrompe.
Puedo hablar y escuchar la luz

y el color de la piel amada y enemiga y cercana.
Tocar el sueño y la impureza,

nacer con cada temblor gastado en la huida
Tropiezos heridos de muerte;
esperanza y dolor y cansancio y ganas.
Estar hablando, sostener esta victoria, este puño;

saludar, despedirme.
Sin jactancias puedo decir
que la vida es lo mejor que conozco.


de "Del otro lado", de Paco Urondo. Herederos de Francisco Urondo

15 octubre 2008

Veinte años después me sigue conmoviendo

El Nene Ávalos -ex integrante de Markama- relata su experiencia como músico que pisó ese maravilloso escenario aquel 14 de octubre del 88. 

Aquella parecía encaminarse a una actuación de las tantas que realizábamos en esos tiempos.

Abril, mayo del '88. El lugar era el salón de actos de Ciencias Económicas, cuyo decano, Mauricio Wachjman, solía contratarnos. Estábamos en nuestras labores casi rutinarias: Mingo armando su percusión; Walter y yo armando el escenario (micrófonos, cables, monitores, guitarras, bajo); Archi ayudando a nuestro entonces sonidista sanjuanino Mingo Sarmiento; el sueco Lars consiguiendo las mesas para los instrumentos. 

De pronto, displicentemente, como si nada importara, el sueco preguntó: "¿Nos interesa actuar con Sting?". La escena se congeló. Nos miramos. Lo miramos. No podríamos entender cómo podía preguntar algo así. Dejamos todo y le caímos encima. Ahí fue que nos contó que lo habían llamado de la filial Mendoza de Amnesty en donde estaban conocidos nuestros como Luis Triviño y Diego Lavado y le dijeron que se avecinaba una gira mundial llamada "Derechos Humanos Ya!", que una de las sedes era Mendoza y que ellos habían ofrecido a Markama como el intérprete mendocino más comprometido en la lucha por los Derechos Humanos. 

Luego supimos cuál era el elenco: Sting, Peter Gabriel, Bruce Springsteen, Youssour N'Dour y Tracy Chapman, además de los chilenos Inti Illimani y Los Prisioneros. También nos enteramos que el recital en Mendoza tenía como origen un festival que habían pensado los Inti con Gabriel en contra del gobierno dictatorial de Pinochet y que al conocer que esta gira terminaba en Argentina, agregaron nuestra ciudad. Justamente pocos días antes del festival se produjo en Chile el plebiscito en contra del tirano en donde triunfó el rechazo a su continuidad. Eso motivó la gran afluencia de transandinos en el estadio aquel día. 

Tanto por boca de Néstor Raschia (productor de nuestro disco "Quitapesares", un gran tipo que falleció hace un par de años en España), como de nuestro amigo, el periodista Víctor Pintos, supimos que hubo en Buenos Aires muchas presiones para que Markama no fuera incluido.

Parece que los grandes productores del rock nacional creyeron que era un festival que les pertenecía y consideraban a Markama como advenedizos en su terreno. Sabíamos que la principal figura, Mercedes Sosa, no iba a estar por compromisos en Estados Unidos. Y que algunos rockeros fueron desechados por no dar el perfil de defensores de los derechos humanos. Finalmente prevaleció el pedido de Amnesty Mendoza y fuimos confirmados. En Buenos Aires iban a estar León Gieco y Charly García.

El día de la actuación arrancó con mucha ansiedad. Llegamos al estadio temprano, tipo 11.30, sabiendo que todo empezaba alrededor de las 15.30. Teníamos nuestras acreditaciones, que incluía la Daniel Nazer , nuestro representante de entonces, y la del flaco Camacho (Alberto Cagliero, en realidad) legendario sonidista cordobés que nos conminó a estar presente. Fue nuestro lujoso operador de monitoreo. 

En el espectacular escenario estaba todo organizado, coordinado. Empezamos armar nuestras cosas en medio del trabajo de los extranjeros. Nos llamaba la atención las computadoras con las cuales calibraban los teclados armados en verdaderos búnkers. También un señor muy gordo que tenía la guitarra de Springsteen, a la cual le estaba poniendo cuerdas nuevas y no entendíamos cómo cortaba y tiraba las que no afinaban exactamente. ¡Nuevas!

Y un adolescente con curioso look que se encargaba de la afinación de las distintas baterías ya armadas. En un momento pasó frente a la bata del Mingo, golpeó uno de los parches con su baqueta y claramente no le gustó cómo sonaba. Sin preguntar, el morocho se sentó en el banquito del Mingo y comenzó a finar redoblante, toms, bombo. Tocó (y cómo!) unos fills, retocó la afinación hasta que se dio por satisfecho, y siguió su camino. Casi con vergüenza Mingo se sentó en su bata, la tocó, y confesó que nunca había sonado tan bien como en ese momento. Se acercó al muchacho, se dio a conocer como el dueño del instrumento que acababa de afinar, le regaló un casete de Markama y grandes amigos.

Detrás del escenario, los camarines estaban distribuidos en dos niveles, claramente diferenciados. Los de la gira en un plano y los locales (incluyo a los chilenos) en otro. Había un sector con un impresionante catering servido, lugar adonde no se nos permitió acceder. Un conocido manager de un intérprete del rock nacional de momento, al parecer a cargo de la organización, impidió la entrada tanto a los músicos chilenos como a nosotros. 

Cuando quisimos arrancar con una protesta ante la discriminación, uno de los Inti nos dijo que esperáramos. Cuando llegó la troupe desde Buenos Aires, los Inti encararon a su amigo Peter Gabriel, lo pusieron al tanto del episodio, y el propio músico inglés levantó en peso al papanatas, (y a Daniel Grinbank) quienes entonces se deshicieron en disculpas por su torpeza.

El espectáculo lo abrían Los Prisioneros; cuando terminaban, uno de ellos presentaba a Markama; al finalizar nosotros, presentábamos al Inti (honor que me correspondió) y se hacía un paréntesis, porque durante esa primera parte llegaba la delegación de Amnesty desde Buenos Aires. En el intervalo fuimos convocados a uno de los camarines para ensayar. 

Estábamos TODOS. Ensayamos "Get up, Stand Up", el tema de Bob Marley que se cantó en toda la gira, y "El aparecido", de Víctor Jara, en honor al pueblo chileno. En los camarines vimos a un grupo de madres de desaparecidos chilenos, que subieron después al escenario con Sting. Les ofrecimos té y masas, que agradecieron con infinita ternura. 

Bruce Springsteen cerró el festival (con el último acorde tiró hacia atrás su púa, que cayó a mis pies y conservo) y allí subimos todos para cantar en conjunto lo ensayado. Yo canté junto al robusto saxofonista de Springsteen. Fue el final mágico de una experiencia única. Se conjugó en un solo momento la reunión de músicos de distinta procedencia pero con una intangible afinidad, un fin tan noble como la difusión de la defensa de los derechos humanos, un público local que disfrutó de espectáculo y una bulliciosa presencia chilena que festejó el comienzo del fin de su dictadura. 

Día inolvidable. 20 años después me sigue conmoviendo.


10 octubre 2008

EL GENIO PÍCARO

La guerra de los mundos (radio)
Orson Welles

El 30 de octubre de 1938, Orson Welles (1915-1985) y el Teatro Mercurio, bajo el sello de la CBS, adaptaron el clásico La guerra de los mundos, novela de ciencia ficción de H.G. Wells, a un guión de radio.

La historia es una extraordinaria adaptación del libro. Los hechos se relataron en forma de noticiario, narrando la caída de meteoritos que posteriormente corresponderían a los contenedores de naves marcianas que derrotarían a las fuerzas norteamericanas usando una especie de "rayo de calor" y gases venenosos. La introducción del programa explicaba que se trataba de una dramatización de la obra de H. G. Wells; en el minuto 40.30 aproximadamente aparecía el segundo mensaje aclaratorio, seguido de la narración en tercera persona de Orson Welles, quince minutos después de la alarma general del país, que llegó a pensar que estaba siendo invadido.

Los oyentes que sintonizaron la emisión y no escucharon la introducción pensaron que se trataba de una emisión real de noticias, lo cual provocó el pánico en las calles de Nueva York y Nueva Jersey (donde supuestamente se habrían originado los informes). La comisaría de policía y las redacciones de noticias estaban bloqueadas por las llamadas de oyentes aterrorizados y desesperados que intentaban protegerse de los ficticios ataques con gas de los marcianos.

La histeria colectiva demostró el poder de los medios de comunicación de masas, y este curioso engaño también catapultó a la cima la carrera de Welles.

El programa duró casi 59 minutos: los primeros cuarenta correspondieron al falso noticiario, que terminaba con el locutor en la azotea de la CBS falleciendo a causa de los gases y seguía con la narración en tercera persona del profesor Pearson (Orson Welles), que describía la muerte de los invasores.

09 octubre 2008

La golondrina hace el verano


"A veces pienso que llegué a ese lugar cuando Dios necesitaba que alguien apretara el disparador." Dice Alberto Díaz [Korda], años des­pués de haber captado la imagen de Ernesto Che Guevara, el guerrillero heroico, repitiendo la frase del gran fotógrafo estadounidense Ansel Adams
La crítica considera su fotografía del Che una de las 100 mejores piezas de toda la historia de la fotografía; se la ubica asimismo entre los diez mejores retratos, junto al de Sarah Bernhardt, de Nadar, el de Lincoln, de Brady, el de la Garbo, de Steichen, el de Marilyn Monroe, de Hals­man, el de Kennedy, de Cornel Capa...
¿Es una escultura o un icono? Es el retrato de un hombre y también de un pensamiento y de una actitud. Emana de él algo místico y, además, una sensación de coraje y austeridad; toda una historia que cristaliza en una foto. Es la imagen de Ernesto Che Guevara, el guerrillero heroico.
—Entonces, la composición de una foto, ¿está en el ojo o en la amplia­dora?
—Yo creo que está en la mente del fotógrafo y la mayor parte de las ve­ces está en la ampliadora. (…)
Alberto Korda recibe al periodista en su casa de La Habana, está en vís­peras de un viaje a Italia (…)Son las siete de la noche.
Se habla de la fotografía como del arte de la oportunidad y del fotógrafo que logra captar un momento irrepetible como del hombre adecuado en el lugar adecuado... Así, la foto de Robert Capa, que capta al miliciano español en el mismo momento en que era alcanzado por un proyectil. Se habla también de la única foto de Capa que se salvara de las muchas que tomó durante el desembarco de Normandía, donde fue el único fo­tógrafo, y de aquella otra de Cartier-Bresson, con el chino que va al mercado y lleva en la parrilla de su bicicleta un montón de dinero que apenas le alcanzará para las compras del día, y se dice que una sola foto vale por todas. Pero también que esa sola fotografía no hubiese sido posible de no existir todas las anteriores. ¿Qué piensa Korda acerca de eso?
La golondrina hace el verano
"Si pudiésemos revisar los archivos de Capa o de Cartier-Bresson, nos encontraríamos mil fotos excelentes, de una calidad sin grietas, pero siempre hay una que define toda la obra. En Capa, es esa del miliciano; en Nadar, es el retrato de Sarah Bernhardt... Hay parte de casualidad en una buena fotografía. Quizá mi retrato del Che guerrillero sea tam­bién casual, pero no debe perderse de vista que yo estaba «dentro» de aquel acto de despedida de duelo de las víctimas de La Coubre, y es­taba, como se dice en Cuba, «en la viva», tanto, que ninguno de los fotó­grafos que estaban allí pudo hacerle una foto a Guevara".
(…)
El arte es una profesión en la que el creador no siempre elige ni decide qué parte de su obra impresionará o quedará para la posterioridad. El público manda. ¿Por qué resulta tan atractiva la foto del Che guerri­llero?
[Korda apura su vaso y se encoge de hombros]. No lo sabe bien porque comprende perfectamente que es una foto–mensaje en la que uno puede ver reflejado todo aquello que imagina o conoce acerca de Ernesto Gue­vara, para afirmar al final: "Éste es el Che". Belleza y juventud, audacia y generosidad, una decidida actitud de lucha que se impone al profundo dolor del mundo en que se capta... valores estéticos y morales detenidos para siempre gracias a la magia de una fotografía que quedó impresa en la memoria popular y que se transformó en "el retrato del Che".

(Fragmentos de una entrevista concedida al periodista Ciro Bianchi Ross, de la agencia Prensa Latina, en París el 25 de mayo de 2001, pocos días antes de su muerte.)


En un aniversario más de la muerte de Enesto Che Guevara, vaya mi sentido homenaje al fotógrafo que colaboró con su fotografía a que la imagen del guerrillero argentino-cubano sea vista por el mundo entero, para bien o para mal; bien usada o mal usada. No es el caso de discutir eso acá. Mi recuerdo en este día va dirigido a ese señor de quien me honro humildemente llamarme "colega" para incrementar un poco mi auto estima. ¿y qué?

07 octubre 2008

Un poeta poco conocido

¿Quien no leyó alguna vez “El Grillo” de Conrado Nalé Roxlo, aparecido en el libro homónimo?. Este poeta no tuvo más difusión que la que tuvo ese poema.
Entonces como un humilde homenaje y tratando de hacer conocer algún otro poema de este señor, ahí va:
LO IMPREVISTO
Señor, nunca me des lo que te pida.
Me encanta lo imprevisto, lo que baja
de tus rubias estrellas: que la vida
me presente de golpe la baraja

contra que he de jugar. Quiero el asombro
de ir silencioso por mi calle oscura
sentir que me golpean en el hombro,
volverme, y ver la faz de la aventura.

Quiero ignorar de dónde y de qué modo
encontraré la muerte. Sorprendida
sepa el alma a la vuelta de un recodo,
que un paso atrás, se le quedó la vida

Conrado Nalé Roxlo
De el libro “El Grillo”

02 octubre 2008

...¡canalla!... ¿qué pretende usted de mí?




Aunque esta no es la frase que identifica a esta película, sino la que justifica toda la filmografía de Armando Bo y que pertenece a "Carne" -- recordar la cara de Romualdo Quiroga parado en la puerta del camión frigorífico, extasiado pensando en lo que se le venía entre las carnes de la maravillosa Coca-- seguro que tendremos cantidad de frases (quotes, dicen en Hollyrock) que hemos recibido de labios de Isabel. Estoy yendo p'atrás, hasta las tardes de continuado que pasábamos en la época del secundario en los (mis) años sesenta. Imposible olvidar el cine Centenario (En Buenos Aires y San Juan, un poquito más allá, yendo hacia Rioja) o el Fantasio (este sí en la esquina de Las Heras y 9 de Julio, frente a Casa Arteta) -- Avalos, revise esto y dígame si están bien los datos-- o el Palace (frente a Godoy Cruz, casi en la Alameda). El Roxy vino después, y el Lavalle se inauguró con Lawrence de Arabia.  Imposible olvidar los programas de dos o tres pelis de la Coca que nos hacían salir caminando como zombies con la vista nublada llevando en la memoria tanta catarata, selva, guarania, organito patético, por ahí algún bolero... y tetas.

Imposible separar mi adolescencia de los Beatles, el Eternauta, la CocaSarli, el Liceo Agrícola, Supercar, Las Heras 30 Benegas, 5/3 Centro Parque San José, una guitarra roja toda de nácar, el amplificador que zumbaba más fuerte de lo que sonaba la guitarra, Salvatore Adamo, Domenico Modugno, vooolaree, los bailes de 15, el Club YPF donde practicaba judo (¿?), Carlos Galea, Los Dixon, el Juan, el Compadre Quinteros, Estela Ribeiro, Qué profunda emocióoon recordar el aieeer, el Festival de San Remo, bronzatissima, guarda come dóndolo, Illia, que le decían tortuga, el Tía Vicenta, Misterix, el grito del canillita (turco) que pasaba por el barrio: "Los Ande Tempo Cuyooo, el Cerro de la Gloria, la rotonda del parque, el 21 de septiembre,  el dólar a 86 pesos, el colectivo a 4,50, dieciocho de septiembre el día de la LV10 (leer pensando en el cantito), Renato Lavagna y "Lo importante es levantarse", (chan cha ra ran cha chan chan chaaan) elevediezquéhora es? (esta fue fácil porque todavía está), otra: "Y se va la mañana señora, eh?" con el vals Ilusión de mi vida,  todavía ni siquiera cigarrillos, los sabañones, la película yeah yeah yeah en el Coliseo de la plaza de Godoy Cruz, Palito sonando por todos lados, los bailes con los Wawancó y yo con mis disquitos bajo el brazo (repudiado), Independiente Rivadavia... te venimos a cantar, el Club Villa Emilia con el frontón de pelota paleta y los bailes con típica y jazz y (después supe) una timba... química inorgánica con la vieja Galart, pantalón gris de franela (cómo picaba!), camisa blanca, corbata azul, blazer azul cruzado cuatro botones, derecho tres botones y ¡no cuatro botones ni charreteras!, "el pelo en la nuca no debe llegar al cuello de la camisa", ¡¿qué son esas modas beatles?!, el director Ingeniero Moyano desde su pedestal mirándonos con cara de orto (pero le gustaba la comedia musical y El Continental), la exhuberancia de la profe de castellano que nos encendía el coco y le decíamos Pochita Morfoni, la Galería Tonsa, la rotonda central con Rapsodia, todavía no estaba Dimensión 33 ni la Piazza, a la Kolton ya no iba nadie, Studio Uno, Mina (que había tenido un hijo de soltera) (ayayayayay), para el tiempo de cosecha que lindo se pone el pago, doña María Pérez que era la única de la cuadra que tenía teléfono, la Figueroa Alcorta todavía de tierra, don Ochi que regaba la calle con un balde grande atado con una soga para sacar el agua de la acequia... don Ochi gigante, colorao, llegaba hasta la otra vereda con el baldazo... los Caravels (nunca supe cómo se escribía) que tocaban canciones de los Beatles, G 7 que nunca me dejaron ir, el avión Caravelle que dejaba una estela blanca en el cielo... a mí me gusta volar (jingle de Aerolíneas)... el Hollywood Park la vuelta al mundo y el palacio de la risa... y el tren fantasma, los avioncitos para armar de Cuyo Hobbies, las vidrieras de navidad de Deniel, Chist! venga conmigo con García Lao, Mimí Tuler, al volver del Liceo ver desde lejos en la vidriera de Casa Galli (en la calle Necochea) que había llegado un nuevo disco de los Beatles, y un poquito más allá el Cine-Bar La Bolsa (reducto misterioso y terrible), el Film Andes y los muchachos de la barra metiéndose de noche a robar escudos y espadas de romanos para jugar (ya grandotes, pero igual), el taller de mi viejo don Giuseppe en el garage de casa, su olor a gas oil, el café y cigarrillos de doña Adriana, y el Dumont blanco y negro de ¡23 pulgadas!, la heladera Filbat celeste que tenía un oso polar, el día de la Aeronáutica (por noviembre) con la escuadrilla Cruz del Sur de aviones Sabre (descarte de la guerra de Corea)...

Me seguiré acordando de más cosas? Cosas que me hicieron, que me construyeron...

Grande la Coca, aparte de ser la Diosa de la adolescencia de la generación de mis hermanos de la vida, sos la que me trajo todo esto... aunque seguro que hay más.