30 abril 2011

Cuando tus manos salen, amor, hacia las mías...

http://www.goear.com/listen/58f4bf6/tus-manos-tu-palida-voz-laura-canoura-maria-grana
Tus manos

Cuando tus manos salen,
amor, hacia las mías,
qué me traen volando?
Por qué se detuvieron
en mi boca, de pronto,
por qué las reconozco
como si entonces, antes,
las hubiera tocado,
como si antes de ser
hubieran recorrido
mi frente, mi cintura?

Su suavidad venía
volando sobre el tiempo,
sobre el mar, sobre el humo,
sobre la primavera,
y cuando tú pusiste
tus manos en mi pecho,
reconocí esas alas
de paloma dorada,
reconocí esa greda
y ese color de trigo.

Los años de mi vida
yo caminé buscándolas.
Subí las escaleras,
crucé los arrecifes,
me llevaron los trenes,
las aguas me trajeron,
y en la piel de las uvas
me pareció tocarte.
La madera de pronto
me trajo tu contacto,
la almendra me anunciaba
tu suavidad secreta,
hasta que se cerraron
tus manos en mi pecho
y allí como dos alas
terminaron su viaje.

(...) "de algún violento amor; de amor... sin duda."

GUITARRA NEGRA
Introducción
Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra... Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía... Cómo se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro, tus parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como niñas... Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testi­gos, sin manos que te ofendan... Cómo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos... Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas...
Allanamiento
Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa... Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido, cómo ha sido mi vida, cuánto tiempo perdí, cómo escribía cuando había verduleros que venían de las quintas, cuando tenía dos no­vias, un lindo jopo, dos pares de zapatos, cuando no había televi­sión, ese mundo a los pies, violento, imbécil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un loco... Hoy anduvo la muerte entre mis li­bros buscando mi pasado, buscando los veranos del 40, los mucha­chitos bajo la manguera, las siestas clandestinas, los plátanos del barrio, asesinados, tallados en el alma... Hoy anduvo la muerte revi­sando mi abono del tranvía, mis amigos, sus nombres, las noches del Café Montevideo, las encomiendas por la Onda con olor a es­tofado, revisando a mi padre, su Berreta, su Baldomir, revisando a mi madre, su hemiplejia, al Uruguay batllista, a Arístides querido, a mis anarcos queridos bajo bandera, bajo mortaja, bajo vinos y ver­sos interminables... Hoy anduvo la muerte revisando los ruidos del teléfono, distintos bajo los dedos índices, las fotos, el termómetro, los muertos y los vivos, los pálidos fantasmas que me habitan, sus pies y manos múltiples, sus ojos y sus dientes, bajo sospecha de subversión... Y no halló nada... No pudo hallar a Batlle, ni a mi pa­dre, ni a mi madre, ni a Marx, ni a Arístides, ni a Lenin, ni al Príncipe Kropotkin, ni al Uruguay ni a nadie... ni a los muertos Fernández más recientes... A mí tampoco me encontró... Yo había tomado un ómnibus al Cerro e iba sentado al lado de la vida... Pasé frente al Nocturno y la vida había pintado unos carteles... Pregunté en una esquina por la hora, y en la bolsa del hombre que me dijo la hora iba la vida, junto con su almuerzo... Hoy dejaré las puertas y las ventanas de mi casa abiertas... y la noche entrará por todas las ventanas de mi casa, por todas las ventanas de todo el barrio, por todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las cárceles, por todas las ventanas de los hospitales... la noche entrará, cabe­ceando, saltará para adentro, sombra a sombra a la luz del farol... y se echará en el piso como un perro... y aguardará hasta la madru­gada... Hoy... dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas, para siempre...
La casa
Mi corazón está mejor sitiado que mi casa... mi casa, más cercada que mi barrio... mi barrio, cercado por mi Pueblo... En mi barrio vive el Presidente, cercado por un muro casi derrumbado...


Uruguay for export
Temblando, con el frontal partido por el marrón, por el marronero, cae sobre sus costillas, pesada como un mundo, la res... Cae con estrépito, de bruces sobre el cemento... balando al descuajarse su osamenta, ya sólo un pobre costillar enorme, ya sólo un pobre cuero y sangre, media tonelada de huesos astillados, hincados en toda esa vida temblorosa y atónita... Ahí se va alzando, como un pesado pingajo, atrapada por la pata por un gancho que le salta arriba, que la alza por un ojal abierto en el garrón de un cuchillazo en plena estupidez sentimental, en plena media tonelada de mons­truoso dolor, incomprensible, absurdo, balando, plañidera y tonta, como un escarabajo que no piensa, mientras medita lentamente por qué duele tanto y por qué duele qué parte de quién que es ella misma, la res, abierta al descuartizamiento atroz por todas partes, que nunca habían dolido y que eran tantas partes, tan extensas... y que pastando nunca habían dolido... haciendo leche, esperma, músculos, crin y cuero y cornamenta viva, que eran la vida misma manando hacia sus adentros, vibrando tiernamente como un sol cá­lido hacia sus adentros... y nunca habían dolido... Ya está colgada... Las patas delanteras se enderezan, se endurecen y avanzan hacia adelante y hacia arriba, implorantes y fatalmente rígidas, rematadas en cortas pezuñas que hace un instante amasaban el barro del co­rral, el estiércol de otros cien balidos, dinosaurios del siglo de las máquinas, nacidos para morir de un marronazo... Ahora ya es carne azul colgada en la heladera: "Uruguay for export"... Aquella res, que murió de un marronazo, cayó y tembló todo el frigorífico... Aquella otra res que recibió el marronazo en plena frente, de dos dedos de espesor, mientras entraba al tubo desconfiando porque allí no había pasto, alcanzó a comprender que había otra res delante, balando, que ya se la llevaba el gancho... y cayó detrás, también, y el ce­mento tembló bajo esos huesos... Aquella otra res, que esquivó el marronazo y que cayó también, con un ojo reventado y una guampa partida, deshecha, también cayó y tembló la tierra, tembló el ma­rrón, tembló el marronero; la res, murió temblando de dolor y de miedo... de un marronazo en plena frente "for export" del Uruguay...
Flor show (por vals)
En la punta del agua... una flor blanca, luminosa, de quince dólares, se hace chispa, se abulta, se diluye, chorrea entre otras flores más pequeñas, llora, se agita, la catapulta el chorro de agua y sube como bola en el aire... Está naciendo siempre, mientras el agua canta en esa fuente de la boîte... Entre aplausitos, al compás de la orquesta, blanda flor blanca, acuosa, nostalgiosa en el aire... subida en los aplausos como espitada, hendida, empitonada... gime y llora en la noche, tira estrellas bailando bajo el humo, renace, llora por el chorro azul-blanco de la fuente como si fuera planta que la cría -y que no es-... y sin embargo, así seguirá abriéndose, muriendo, hin­chándose y flotando, mientras duren la noche, su belleza infantil de ingeniería, su blando corazón bajo el foquillo fijo y lechoso... el gringo, el chorro de agua a precio, el aire de importación, esas hembras, el mozo, esos señores...
Mis alas
Hace un buen rato ya que doy trabajo y vengo acostumbrándome al desuso de mi alma, a la razón del enemigo, a mis sesenta cigarrillos diarios, a las malas costumbres de mis canciones, que de algún modo siempre fueron nuestras, vos lo sabés, Guitarra Negra... Hoy reanudo en un cómico enderezo la hora de ayer parada en su nos­talgia… Me hacen sufrir las alas que me puse para volar, mas grito y se alzan, gimo y me acompañan, río y baten de a dos, como que están amándose y se odian sin embargo mis dos alas... se odian, se enderezan, se hacen amigas mías para llevarme por todas partes: allá está la canción, aquí la nada... más allá el Pueblo y más acá el Amor... Pero el Pueblo está también más acá... y antes estaba allá también, detrás del Pueblo el Pueblo... Hemos viajado por todos mis caprichos y el Pueblo osando (sic) el piso, amándose con alas como las mías... odiando su destino, odiándome y amándome sin alas, con millones de pies, con manos y cabezas y lenguas... y sus mil bocas dicen: "ahora, la suerte ya está echada..."
La mariposa
La mariposa viene hacia mí en la calle, en el aire húmedo, por el aire húmedo bailando, por el aire agobiante, ominoso, bailando en el aire caliente... y yo vi que no era a mí a quien buscaba sino a la muerte... y que no buscaba la muerte también vi, porque no era ma­riposa de la ciudad de hierro, ni nacida para eso... sino que era ma­riposa nada más, en la ciudad, presa y ya muerta de antemano, fa­talmente... buscando en ese bailar loco y frágil un ala, un grano, una pizca de polen en el cemento... Porque la mariposa nace y no aprende nada hasta que muere en cualquier sitio, herida de muerte por su semana justa, por su tiempo preciso, por su sorbito de vida ya bebida... Eso no es tan triste... triste es ver su cadena de huevos en el hollín, depositados junto a un río de aceite, a la sombra de las altas paredes de cemento... Su cadena de huevos de seda...

Hago falta
Hago falta... yo siento que la vida se agita nerviosa si no compa­rezco, si no estoy... Siento que hay un sitio para mí en la fila, que se ve ese vacío, que hay una respiración que falta, que defraudo una espera... Siento la tristeza o la ira inexpresada del compañero, el amor del que me aguarda lastimado... falta mi cara en la gráfica del Pueblo, mi voz en la consigna, en el canto, en la pasión de andar, mis piernas en la marcha, mis zapatos hollando el polvo... los ojos míos en la contemplación del mañana... mis manos en la bandera, en el martillo, en la guitarra, mi lengua en el idioma de todos, el gesto de mi cara en la honda preocupación de mis hermanos.

Exhortación y propósitos
Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra, guitarra negra... Dice Enrique, mi hermano, que hay cierto perro hundido que se lame mansamente y nos lame, lamiéndose, una herida quieta allá al fondo, sentado en su escalón... Y dice más mi hermano el otro Enri­que, en Praga: dice que amarte con certeza, hacerte enteramente hembra, darte lo que de vida tengan mis urgencias, será amar más y más a Jaime; amarlo, más de veras... por su alma, su propio perro mordedor bajo el garrote, el cable, el puñetazo, la bolsa de arpillera, el plantón y el insulto... la olvidada mejilla que no ponen ni él ni na­die a golpear... sino con hambre y Rita y José Luis, por Gerardo y Raúl y Rosa y Sara y Mauricio... y por todos nuestros muertos... Y he sabido, guitarra, que este otro perro que criaste, ladrador, cam­pesino, a veces manso o vigilante, que roe su propio hueso en la penumbra y gruñe... cual casi todo perro popular, vagará por tus anchas veredas, tus milongas sangrantes... hasta morir también... tal vez un día... de soledad y rabia... de ternura... o de algún vio­lento amor; de amor... sin duda.
(Los títulos de cada texto, así como el género al que pertenece la obra, son los de la edición de 1985. En la primera edición [1977] las partes que la componen son presentadas por su autor como "contracanciones", género particular creado por él mismo para definirlas, ante su imprecisa ubicación con­ceptual, musical y literaria. En esa edición los textos, cuyos fragmentos no llevan título alguno, se encuentran agrupados en 3 partes: La I incluye desde Introducción a Uruguay for ex­port, la II es Flor show, y la III las cuatro restantes. Asimismo, la puntuación empleada es la que aparece en la misma edi­ción de 1977, habiéndose salvado los errores evidentes, tanto ortográficos como de fidelidad del texto).
(1972-1977)
fuente:
escuchar



29 abril 2011

ELLA SENTIPENSABA DE ESTE MODO

NO LLORES SI ME AMAS

Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo...
Si pudieras oír el cántico de los ángeles
y verme en medio de ellos
Si pudieras ver con tus ojos los horizontes,
los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso...
Si pudieras por un instante,
contemplar como yo la belleza
ante la cual los astros palidecen...

Créeme: cuando la muerte venga a romper tus ligaduras
como ha roto hoy las mías.
Cuando  un día que Dios ha fijado y conoce,
tu alma venga a este cielo en que te he precedido
Ese día volverás a verme, y encontrarás mi corazón
que te amó y te sigue amando, con todas sus ternuras
purificadas.
Volverás a verme, pero transfigurado y feliz.
Avanzando por los senderos de la luz y de la vida.
Bebiendo a los pies de Dios un néctar
del cual nadie se saciará jamás.
Por eso: NO LLORES SI ME AMAS.

San Agustín

Hoy festejo el nacimiento Silvia, la mamá de mis primeros hijos: María Paloma y Alfio Martín


28 abril 2011

"(..) sabría quién soy en esta tarde rara"

http://youtu.be/RVF6t_hLWpg



Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden

las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.

 Poema de los Dones
de Jorge Luis Borges


27 abril 2011

PARA TODOS Y TODAS

La verdad que me choca, se me hace difícil de escuchar cuando nuestra primera mandataria agradece a todos y a todas. Y más cuando pretende cambiar el idioma de Cervantes en una postura ridiculamente machista, que apoyan un sin fin de mujeres medio cegatas en esto de querer ver insistentemente un gesto de dominación por parte de los hombres mediante el idioma. Asi se hace llamar "presidenta" olvidando o desconociendo que en el en español existen los participios activos como derivados verbales. 
El participio activo del verbo atacar, es atacante. El de sufrir, es sufriente. El de cantar, es cantante. El de existir, existente. ¿Cuál es el participio activo del verbo ser? El participio activo del verbo ser, es 'el ente'. El que es, es el ente. Tiene entidad. Por ese motivo, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega al final 'ente'. Por lo tanto, la persona que preside, se le dice presidente, no presidenta, independientemente del sexo que esa persona tenga. 
Se dice capilla ardiente, no ardienta. Se dice estudiante, no estudianta. Se dice paciente, no pacienta. Se dice dirigente y no dirigenta. La Sra. Cristina Fernández de Kirchner no sólo hace un mal uso del lenguaje por motivos ideológicos, sino por ignorancia de la gramática de la lengua española. 
Pasemos el mensaje a todos nuestros conocidos argentinos con la esperanza que el mismo llegue finalmente a la Casa Rosada , para que de una vez termine de corregir a todas las personas que, correctamente, la llaman Presidente. 
El que mandó esto frustró a un grupo de hombres que se había juntado en defensa del género , ya habían firmado el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el turisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el violinisto, el telefonisto, el gasisto, el trompestisto, el techisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto .....y el policío del esquino............y el machisto !!! 
Pero claro, nuestra Señora presidenta que presume de haber sido una estudianta inteligenta, ha decidido dejar tamgién su impronta en el idioma de Cervantes. 

A MI HERMANO

A los hermanos que me dió la vida y las hermanas que me dió la vida.
Paso lista: La Mely, Fiorella, Pelusa, el Chito, Alberto Anzorena, El Juan (que se le fue al Walter) y siguen firmas. Gente: nos veremos algún día.

A MI HERMANO MIGUEL (In memoriam)

Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,

Donde nos haces una falta sin fondo!

Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mama

Nos acariciaba: "Pero, hijos..."

Ahora yo me escondo;

Como antes, todas estas oraciones

vespertinas, y espero que tu no des conmigo.

Por la sala, el zaguán, los corredores.

Después, te ocultas tu, y yo no doy contigo.

Me acuerdo que nos hacíamos llorar,

Hermano, en aquel juego.

Miguel, tu te escondiste

Una noche de agosto, al alborear;

Pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste.

Y tu gemelo corazón de esas tardes

extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya

Cae sombra en el alma.

Oye, hermano, no tardes

en salir. Bueno? Puede inquietarse mama.

Cesar Vallejo

http://www.youtube.com/watch?v=wlIAkJr5Bwc

MI MADRE NO COCINABA SIN ORÉGANO

Estaba cocinando un tuquito enb el más puro estilo de mi madre y de la madre de mihermano Walter. Ellas no cocinaban si orégano. Y me acordé de este poema de Pablo Neruda. Se los regalo:

Cuando aprendí con lentitud

a hablar

creo que ya aprendí la incoherencia:

no me entendía nadie, ni yo mismo,

y odié aquellas palabras

que me volvían siempre

al mismo pozo,

al pozo de mi ser aún oscuro,

aún traspasado de mi nacimiento,

hasta que me encontré sobre un andén

o en un campo recién estrenado

una palabra: orégano,

palabra que me desenredó

como sacándome de un laberinto.

No quise aprender más palabra alguna.

Quemé los diccionarios,

me encerré en esas sílabas cantoras,

retrospectivas, mágicas, silvestres,

y a todo grito por la orilla

de los ríos,

entre las afiladas espadañas

o en el cemento de la ciudadela,

en minas, oficinas y velorios,

yo masticaba mi palabra orégano

y era como si fuera una paloma

la que soltaba entre los ignorantes.

Qué olor a corazón temible,

qué olor a violetario verdadero,

y qué forma de párpado

para dormir cerrando los ojos:

la noche tiene orégano

y otras veces haciéndose revólver

me acompañó a pasear entre las fieras:

esa palabra defendió mis versos.

Un tarascón, unos colmillos (iban

sin duda a destrozarme)

los jabalíes y los cocodrilos:

entonces

saqué de mi bolsillo

mi estimable palabra:

orégano, grité con alegría,

blandiéndola en mi mano temblorosa.

Oh milagro, las fieras asustadas

me pidieron perdón y me pidieron

humildemente orégano.

Oh lepidóptero entre las palabras,

oh palabra helicóptero,

purísima y preñada

como una aparición sacerdotal

y cargada de aroma,

territorial como un leopardo negro,

fosforescente orégano

que me sirvió para no hablar con nadie,

y para aclarar mi destino

renunciando al alarde del discurso

con un secreto idioma, el del orégano.