Resulta que me dio algo de nostalgia a mi también, y aunque solamente la vida nos parió y no una sola madre, nos hicimos hermanos, nos juntamos ya avanzadas nuestras respectivas edades (la mía sobre todo). Casi que no podemos compartir esas primeras vivencias, me refiero a lo de las series y todo lo relativo a la tele, elemento al cual accedí ya casi abandonando la adolescencia. Casi, casi diría que soy de la época de la radio de galena. Bueno, no será para tanto, pero no iba a la casa de un amigo a otra cosa que a a tomar la leche son Toddy mientras escuchábamos Tarzán. Y de mis siestas recuerdo haberme escapado sin alertar a mi madre (eso creía yo) y luego de haber rapiñado de la despensa de mi casa un puñado de sl gruesa -es largo de explicar, pero usábamos, merced a una rebeldía de mi viejo, sal sin iodar que él traía directamente de la salina-, me escapaba buscando a los compinches a quienes convocaba con una burda cuan infantil imitación del grito del ya mencionado Tarzan. Y ahí andábamos como las iguanas o las lagartijas metiendonos en las fincas vecinas a robar uva o tomates que salabamos con aquella sal sin iodar que traia mi viejo desoyendo los consejos del Dr. Leiva. En fin... Pero volviendo al Walter. A mi me dió por imaginarme su infancia allá en su Mendoza amada y lo vi con sus amigos: el Juan, el compadre Quinteros y otros de merecida recordación y me vino a la cabeza esta nostalgiosa maravilla que ahora comparto aca como una caricia en el alma para él y en su persona hago extensiva a ustedes. Salú. a.,
Esta Sopaipilla queda para siempre dedicada a las tres guardianas, las que muchas veces se hicieron cargo de estos dos gandules. Las que apoyaban, retaban, ayudaban y nos querían entrañablemente. Las tres que ya están con su baile, al frente de una clase celestial o en un hermoso bosque de pinos, para siempre.
Somos dos hermanos que nos unió la vida, tal como si nos hubiera parido una misma madre.
Él es músico y yo fotógrafo y nunca hemos realizado ninguna de esas actividades en conjunto, salvo un par de guitarreadas en casa de una niña que supimos amar y que fue quien en definitiva nos “asiamesó” si se me permite el neologismo.
Nos queremos y respetamos desde hace más de 30 años y cuando me propuso llevar a cabo este blog, me dijo: ahí tenemos un espacio para mostrar lo que hacemos.
Tenemos casi los mismos gustos, hemos compartido infinidad de cosas y amamos las mismas músicas, las mismas comidas, los mismos vinos y (por qué no confesarlo) las mismas mujeres.
Por lo demás, Walter me llevó a todos los sitios a los que fue. Para comprender esto escuchen “Juan y José”.
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