09 septiembre 2008

(me pudo haber pasado a mí)

Una tarde un nieto charlaba con su abuelo sobre los acontecimientos actuales. Entonces, de repente, él preguntó:
-Abuelo, ¿cuántos años tenés?
Dejame pensar un poco… nací antes de la televisión, las vacunas contra la polio, las comidas congela­das, la fotocopiadora, las lentes de contacto y la píldora anticonceptiva.
No existían los radares, las tarjetas de crédito, el rayo láser ni los patines en línea.
No se había inventado el aire acondicionado, el lavavajilla, las secadoras (las prendas se ponían simplemente a secar al aire fresco).
El hombre todavía no había llegado a la Luna y no existían los aviones de pro­pulsión a chorro para pasajeros.
Tu abuela y yo nos casamos y después vivimos juntos... en ese orden.
"Gay" era una palabra en inglés, que significaba una persona con­tenta, alegre y divertida, no homosexual. De lesbianas, nunca oímos hablar y los muchachos no usaban aros. Nada de eso me parece mal. Simplemente te cuento que no las conocíamos.
Nací antes de la computadora, las dobles carreras universitarias y las terapias de grupo. La gente no se analizaba, salvo que el médico les ordenara un exa­men de sangre o de orina.
Hasta que cumplí 25 años, llamé a y a cada hombre "señor" y a cada mujer "señora" o "señorita". Pareja eran las palomas, los conejos pero nunca los humanos. Soy de cuando subía una dama al colectivo o al tranvía y el niño y los jóvenes se paraban an­tes que nadie para ofrecerle el asiento, pero si estaba embarazada se la acom­pañaba y se le sacaba el boleto, de ser necesario y se lo alcanzaba.
Los hombres caminaban del lado del cordón y las mujeres del lado de la pared, en las escaleras se le dejaba el pasamano y en el ascensor ingresaba y salía primero; se le corría la silla para que se sentara y se la acompañaba tomando del respaldo cuando se acercaba a la mesa; jamás un hombre saludaba a una dama sin ponerse de pie, lo que también hacia cuando ella se levantaba de la mesa aunque fuera momentáneo Se le abría la puerta del auto o de acceso a cualquier lugar y al quitarse el abrigo el hombre lo tomaba y colaboraba a que se lo saque.
Nuestras vidas estaban gobernadas por el buen juicio y el sentido común, el respeto a los mayores y a los códigos vigentes, después transcurría en una convivencia de gran creatividad y libertad responsable.
Nos enseñaron a diferenciar entre el bien y el mal, y a ser responsables de nuestros actos y sus consecuencias. Creíamos que la comida rápida era lo que la gente comía cuando estaba apurada.
Tener una relación significativa era llevarse bien con primos y amigos.
Tiempo compartido significaba que la familia compartía unas vacaciones, no un condominio.
No se conocían los teléfonos inalámbricos y mucho menos los celulares.
Nunca habíamos oído hablar sobre la música estereofónica, las radios FM, cassettes, CD's, DVD's, máquinas de escribir eléctricas, calculadoras (ni si­quiera mecánicas, menos aún las portátiles).
"Notebook" era una libreta para anotaciones. "Sale" se decía cuando alguien salía.
A los relojes se les daba cuerda cada día. No existía nada digital, ni los relojes ni los indicadores con numeritos luminosos en los artefactos del hogar, ni en las máquinas. Hablando de máquinas, no existían los cajeros automáticos, los hor­nos microondas ni las radio-reloj-despertador. Para no hablar de los video-cas­settes, ni las filmadoras de video.
Las fotos no se veían al instante y en colores. Había sólo en blanco y negro y su revelación y copiado demoraba más de 3 días. Las de colores no existían.
Si en algo decía "Made in Japan" se lo consideraba de mala calidad y no exis­tía "Made in Korea", ni "Made in Taiwan", ni "Made in Thailand", ni mucho menos "Made in China".
No se había oído hablar de "Pizza Hut" o "McDonald's", del café instantáneo, ni de los endulzantes artificiales.
Había tiendas donde se compraban cosas por 5 y 10 centavos.
Los helados, los pasajes de colectivo y las gaseosas: todo costaba 10 centa­vos.
Se podía comprar un coche nuevo por menos de 1.000 dólares,... pero ¿quién los tenía?
En mi tiempo, "hierba" era algo que se cortaba y no se fumaba; "coca" era una gaseosa. "Chip" significaba un pedazo de madera, "hardware" era la ferretería y el "software" no existía. Fuimos la última generación que creyó que una señora necesitaba un marido para tener un hijo.
Ahora, decime vos: ¿cuántos años crees que tengo?
–Y... abuelo… ¡Más de 200…! contestó el nieto.
–No, querido, solamente 60.

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