08 septiembre 2008

Arthur García Núñez “Wimpi”


Murió el 9 de setiembre de 1956. Sólo dos libros publicó: “El gusano loco” y “Los cuentos del viejo Varela”. Varios fueron consumidos por el fuego al cual los arrojó su autor acuciado por su extremo sentido de la autocrítica. Paradójicamente su inesperada muerte, salvó libros como “El Gato que pesca”, “Cartas de Animales”, “Vea Amigo”, –por nombrar sólo algunos.
Vaya desde aquí un humilde aporte para mantener fresca en la memoria su ingenioso y exultante humor alado y su restallante talento. Lean, che:
El prófugo
"TODO lo que existe en la tierra es causa de miedo..." dejó dicho Bhartrihari, un sabio indio del siglo VI. El tipo es tímido, pesimista, vanidoso, escéptico, escru­puloso y se aburre, porque tiene miedo.
Apoyarse en otro para poder confiar en el éxito de lo que va a hacerse es huir. Delegar en otro la responsabilidad de lo que se hace es huir:
Mientras trata de acomodarse el tipo siempre va en nombre de otro. Después de haber entregado la tarjeta, baja los ojos, raya el suelo con la punta del za­pato, da vuelta el sombrero: -"Yo venía con esta tarjeta del doctor Fulano por una ubicación. Pretensiones, por ahora, mayormente, no tengo. Se trataría de cualquier cosita para empezar, como dice ahí..."
Cuando el tipo ya está acomodado, siempre manda a otro:
-"Usted vaya y dígale que es una bestia. A ver ¿cómo le va a decir?" - "¡Usted es una bestia!"
-"Muy bien, pero dígaselo como cosa suya ¿me oye?"
Cuando alguien le va a pedir una garantía dice que no puede darla por los compromisos que tiene con el socio. Si la garantía se la pide el socio, dice que no puede por los compromisos que tiene fuera de la sociedad. Y cuando tra­baja solo, pone un aviso en los diarios pidiendo un socio.
El socio es una cosa que el tipo usa o para encerrarse o para disculparse. Otras dos maneras de huir. Encerrándose, el tipo escamotea su actitud a toda posibilidad de ajena discriminación. Y cuando da explicaciones trata de de­mostrar que el otro entendió todo lo contrario de lo que él se proponía hacer, para poder hacer, mientras el otro se entretiene oyéndolo, lo que realmente se propone.
La viveza es una fuga que se nutre de fuga así misma. El vivo saca ventajas huyendo de la zona de influencia de la atención del otro, pero cuando el otro se da cuenta, tiene, el vivo, que disparar para que no lo alcance y obtener venta­jas más adelante a fin de mantenerse a salvo, con lo cual quedan afectados otros que, al darse cuenta, a su vez, se ponen también a seguirlo. El tipo multi­plica, entonces, sus medios de fuga; cruza a la vereda de enfrente, hace decir que no está.
___/__
El cuento de los anteojos
Todas las cosas de este mundo suelen aparecer de una manera y ser, en el fondo, de otra.
En el cine, parece que las imágenes se mueven y, sin embargo apenas ocurre que el tipo sigue viendo lo que ya pasó, mientras está pasando otra cosa...
A veces, eso ocurre fuera del cine también.
Pero lo importante es que si no existiera esa llamada "persistencia de la imagen en la retina", vale decir, si el tipo tuviera la vista bien.., el in­vento del cinematógrafo habría sido imposible.
También el popular "titilar" de las estrellas -que debiera decirse "escin­tilar"- responde a un defecto de la vista del tipo.
Si el tipo viera bien, el mundo sería de otra manera.
O si se diera cuenta de que ve mal. El tipo suple; a veces, la siempre secreta ineptitud de sus órganos, con la Lógica.
Y empeora las cosas.
Recordamos el caso del señor que no encontraba los anteojos.
Y admitió, en seguida, dos posibilidades.
-O me los han robado, o los he perdido. -Acto continuo, se puso a razo­nar.
-Pero como mis anteojos carecían de un valor que pudiese haberle hecho concebir al ladrón la esperanza de venderlos, tengo que llegar a la conclusión de que el que me robó los anteojos me los robó para usarlos él. Sin embargo, quien necesite unos anteojos como los míos, sin anteojos no ve. Yo no veo sin anteojos. De manera que, ¿cómo pudo, entonces, ver mis anteojos para robármelos?
Descartó la hipótesis del robo.
-Debo suponer, entonces, que los he perdido. Pero yo únicamente puedo decir que he perdido mis anteojos, después de comprobar que no están en el sitio o los sitios donde suelo guardarlos. Pero para yo "ver" que mis anteojos no están tengo que tener mis anteojos puestos, por cuanto, sin anteojos, no veo.
¡Y pensar que a veces el tipo es pesimista!
No comprende que si las cosas no se arreglaran –siempre y solas– el mundo ya habría terminado hace...
No: el mundo no hubiese podido existir.
(la foto que aparece arriba ha sido extraído del Archivo delDiario La Prensa)

Gracias. Hasta la próxima. a.,

No hay comentarios: