15 septiembre 2008

cuando tengo que cantar espanto...

Canto que mal me sales cuando tengo que cantar espanto. .
Víctor Jara era un cantante, eso es todo, y no es poco. Con el silencio de los hombres verdaderos su canto hacía su trabajo allí donde debía hacerlo: en su tierra, con su gente. La dolorosa noticia de su muerte nos golpeó en lo más hondo, y como en una caja de resonancia se lanzó al mundo, como ejemplo de cantante, de hombre, de militante. La muerte a veces nos golpea así, cuando menos lo esperamos, aunque en esta ocasión, cada día nos lanzáramos sobre el periódico para, a falta de otra posibilidad, leer las noticias amargas.
Nació en 1938 en Chilan; de familia campesina, se ocupó desde muy joven en el estudio y la interpretación del folklore. Aunque sus estudios y sus primeras actividades le llevaron al terreno de la dirección teatral, donde destacó como director de obras importantes del teatro progresista mundial. Formó parte del conjunto Cuncumén, junto a ese otro gran cantante y compositor que fue Rolando Alarcón, y desde 1966 a 1969 fue director musical de los entonces nacientes Quilapayun. Paralelo a todo esto desarrolla su actividad como compositor y cantante que ha quedado reflejada en discos que son una muestra del hacer del cantor popular, de su responsabilidad histórica y estética, de su compromiso con el pueblo y de la coherencia de su pensamiento. Tenía esposa y dos hijas. El 16 de septiembre de 1973, en el Estadio Nacional Santiago de Chile, donde tantas veces había cantado en vida y entonces convertido en campo de concentración, encontró la muerte.
Ultimo poema deVíctor Jara (gracias Gricelda)
Escrito durante su cautiverio en el Estadio Nacional de Chile. Introduccion Joan Jara: " ... Cuando más adelante me trajeron el texto del último poema de Victor, supe que él queria dejar su testimonio, su único medio de resistir ahora al fascismo, de luchar por los derechos de los seres humanos y por la paz."

Chile Vive / setiembre 1973

somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿ Cuántos seremos en total
en la en las ciudades y en todo el país ?
Solo aqui diez mil manos siembran
y hacen andar las fabricas.

¡ Cuánta humanidad
con hambre, frio, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura !

Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.

Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores
uno saltó al vació,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.

¡ Qué espanto causa el rostro del fascismo !
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
Sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo
¿ Es este el mundo que creaste, dios mió ?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo ?
en estas cuatro murallas solo existe un numero
que no progresa,
que lentamente querrá más muerte.

Pero de pronto me golpea la conciencia
y veo esta marea sin latido,
pero con el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
llena de dulzura.

¿ Y Mexico, Cuba y el mundo ?
¡ Que griten esta ignominia !
Somos diez mil manos menos
que no producen.

¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente

¡Canto que mal me sales
Cuando tengo que cantar espanto!

Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.
De verme entre tanto y tantos
momentos del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que veo nunca vi.,
lo que he sentido y que siento
hará brotar el momento...

(y nada más. esos puntos suspensivos son más que elocuentes.) a.,

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