31 agosto 2008

(gracias Pablo Simón)

“Manual de Zonceras Argentinas” Arturo Jauretche
Zoncera N° 32
IV) Fuerzas vivas
Esta zoncera consiste en considerar sólo como vivas a determinadas expresio­nes económicas del país, como si su dinámica dependiese exclusivamente de ellas. Así en principio son fuerzas vivas solamente los empresarios. No lo son ni los sindicatos, ni las Fuerzas Armadas, ni los clubes deportivos, tampoco los hombres aisladamente. A fuerza de repetir esta zoncera el país nos parece compuesto de los sectores: el activo, que es el que constituye las fuerzas vivas, y el pasivo, que por no formar parte de ellas es sólo un recipiente de la activi­dad de éstas. De ahí surge una sobreestimación del capital y una subestima­ción del trabajo, es decir, del dinero y el hombre respectivamente.

Además, la expresión fuerzas vivas despersonaliza a sus componentes. Pronto las fuerzas vivas dejan de ser los intereses en sí para identificarse con sus re­presentantes, de donde los "ejecutivos" son las fuerzas vivas exclusivamente. Así aparecen los vivos de las fuerzas.

Casi creía que éstas eran las "fuerzas vivas", hasta que una conversación con un chofer de taxímetro me creó la perplejidad que transmito al lector.

Esto ocurrió recientemente, en marzo. Al poco rato de ascender al coche y ante la primera dificultad del tránsito, el chofer se volvió hacia mí, diciéndome:

—"¡Qué lástima que vuelvan los veraneantes! No había problema en las calles cuando estaban afuera."

Yo le objeté:
—"La ausencia ha sido principalmente de directores, gerentes, ejecutivos, de fuerzas vivas en una palabra. Los demás veranean cuando pueden, pero no es imprescindible; en cambio los ejecutivos no pueden prescindir de la pigmenta­ción playera. ¡Imagínese un ejecutivo, en marzo y con la piel blanca! Quedaría definitivamente "out".

Y continué:
—"Si mejora el tránsito, en cambio las actividades generales deben paralizarse por la ausencia de los representantes de las fuerzas vivas. ¿No notó usted que Buenos Aires estaba parado, que las fábricas no producían, que los puertos no funcionaban, que no entraba hacienda, que no habían herramientas ... ?"

El chofer me contestó:
—"¡No, nada de eso! Los que tenían que trabajar trabajaban y todas las cosas iban fenómeno, mucho mejor que antes, porque había menos estorbo."

Claro que estas son cosas que le ocurren a un chofer. Pero si uno se pone a sacar punta termina por darse cuenta de que las fuerzas vivas no son tan im­portantes ni indispensables como ellas hacen creer y que las verdaderas fuer­zas vivas son las otras, las que construyen la verdadera vida del país. Lo que pasa es que tanto darnos música, terminamos por confundir retreta con sere­nata, y músico con "figurante".

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