30 abril 2011
Cuando tus manos salen, amor, hacia las mías...
Tus manos
Cuando tus manos salen,
amor, hacia las mías,
qué me traen volando?
Por qué se detuvieron
en mi boca, de pronto,
por qué las reconozco
como si entonces, antes,
las hubiera tocado,
como si antes de ser
hubieran recorrido
mi frente, mi cintura?
Su suavidad venía
volando sobre el tiempo,
sobre el mar, sobre el humo,
sobre la primavera,
y cuando tú pusiste
tus manos en mi pecho,
reconocí esas alas
de paloma dorada,
reconocí esa greda
y ese color de trigo.
Los años de mi vida
yo caminé buscándolas.
Subí las escaleras,
crucé los arrecifes,
me llevaron los trenes,
las aguas me trajeron,
y en la piel de las uvas
me pareció tocarte.
La madera de pronto
me trajo tu contacto,
la almendra me anunciaba
tu suavidad secreta,
hasta que se cerraron
tus manos en mi pecho
y allí como dos alas
terminaron su viaje.
(...) "de algún violento amor; de amor... sin duda."
Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra... Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía... Cómo se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro, tus parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como niñas... Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te ofendan... Cómo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos... Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas...
Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa... Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido, cómo ha sido mi vida, cuánto tiempo perdí, cómo escribía cuando había verduleros que venían de las quintas, cuando tenía dos novias, un lindo jopo, dos pares de zapatos, cuando no había televisión, ese mundo a los pies, violento, imbécil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un loco... Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado, buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera, las siestas clandestinas, los plátanos del barrio, asesinados, tallados en el alma... Hoy anduvo la muerte revisando mi abono del tranvía, mis amigos, sus nombres, las noches del Café Montevideo, las encomiendas por
Hago falta
Exhortación y propósitos
29 abril 2011
ELLA SENTIPENSABA DE ESTE MODO
NO LLORES SI ME AMAS
San Agustín
28 abril 2011
"(..) sabría quién soy en esta tarde rara"
27 abril 2011
PARA TODOS Y TODAS
El participio activo del verbo atacar, es atacante. El de sufrir, es sufriente. El de cantar, es cantante. El de existir, existente. ¿Cuál es el participio activo del verbo ser? El participio activo del verbo ser, es 'el ente'. El que es, es el ente. Tiene entidad. Por ese motivo, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega al final 'ente'. Por lo tanto, la persona que preside, se le dice presidente, no presidenta, independientemente del sexo que esa persona tenga.
Se dice capilla ardiente, no ardienta. Se dice estudiante, no estudianta. Se dice paciente, no pacienta. Se dice dirigente y no dirigenta. La Sra. Cristina Fernández de Kirchner no sólo hace un mal uso del lenguaje por motivos ideológicos, sino por ignorancia de la gramática de la lengua española.
Pasemos el mensaje a todos nuestros conocidos argentinos con la esperanza que el mismo llegue finalmente a la Casa Rosada , para que de una vez termine de corregir a todas las personas que, correctamente, la llaman Presidente.
El que mandó esto frustró a un grupo de hombres que se había juntado en defensa del género , ya habían firmado el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el turisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el violinisto, el telefonisto, el gasisto, el trompestisto, el techisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto .....y el policío del esquino............y el machisto !!!
Pero claro, nuestra Señora presidenta que presume de haber sido una estudianta inteligenta, ha decidido dejar tamgién su impronta en el idioma de Cervantes.
A MI HERMANO
A MI HERMANO MIGUEL (In memoriam)
Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
Donde nos haces una falta sin fondo!
Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mama
Nos acariciaba: "Pero, hijos..."
Ahora yo me escondo;
Como antes, todas estas oraciones
vespertinas, y espero que tu no des conmigo.
Por la sala, el zaguán, los corredores.
Después, te ocultas tu, y yo no doy contigo.
Me acuerdo que nos hacíamos llorar,
Hermano, en aquel juego.
Miguel, tu te escondiste
Una noche de agosto, al alborear;
Pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste.
Y tu gemelo corazón de esas tardes
extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya
Cae sombra en el alma.
Oye, hermano, no tardes
en salir. Bueno? Puede inquietarse mama.
Cesar Vallejo
MI MADRE NO COCINABA SIN ORÉGANO
Estaba cocinando un tuquito enb el más puro estilo de mi madre y de la madre de mihermano Walter. Ellas no cocinaban si orégano. Y me acordé de este poema de Pablo Neruda. Se los regalo:
Cuando aprendí con lentitud
a hablar
creo que ya aprendí la incoherencia:
no me entendía nadie, ni yo mismo,
y odié aquellas palabras
que me volvían siempre
al mismo pozo,
al pozo de mi ser aún oscuro,
aún traspasado de mi nacimiento,
hasta que me encontré sobre un andén
o en un campo recién estrenado
una palabra: orégano,
palabra que me desenredó
como sacándome de un laberinto.
No quise aprender más palabra alguna.
Quemé los diccionarios,
me encerré en esas sílabas cantoras,
retrospectivas, mágicas, silvestres,
y a todo grito por la orilla
de los ríos,
entre las afiladas espadañas
o en el cemento de la ciudadela,
en minas, oficinas y velorios,
yo masticaba mi palabra orégano
y era como si fuera una paloma
la que soltaba entre los ignorantes.
Qué olor a corazón temible,
qué olor a violetario verdadero,
y qué forma de párpado
para dormir cerrando los ojos:
la noche tiene orégano
y otras veces haciéndose revólver
me acompañó a pasear entre las fieras:
esa palabra defendió mis versos.
Un tarascón, unos colmillos (iban
sin duda a destrozarme)
los jabalíes y los cocodrilos:
entonces
saqué de mi bolsillo
mi estimable palabra:
orégano, grité con alegría,
blandiéndola en mi mano temblorosa.
Oh milagro, las fieras asustadas
me pidieron perdón y me pidieron
humildemente orégano.
Oh lepidóptero entre las palabras,
oh palabra helicóptero,
purísima y preñada
como una aparición sacerdotal
y cargada de aroma,
territorial como un leopardo negro,
fosforescente orégano
que me sirvió para no hablar con nadie,
y para aclarar mi destino
renunciando al alarde del discurso
con un secreto idioma, el del orégano.