24 julio 2010

HABLANDO DE LA MUERTE

Es es un tema álgido, es cierto. Pero leyendo y escuchando diversas cosas, uno descubre el prifundo amor que tienen algunos poetas enamorados que barajan la suya y piensan que van a dejar a su enamorada. Pero quieren que el que queda siga viviendo, que sea feliz.
Vean sino estas dos manifestaciones: Neruda, con su SONETO XCIV

Si muero sobrevíveme con tanta fuerza pura
que despiertes la furia del pálido y del frío,
de sur a sur levanta tus ojos indelebles,
de sol a sol que suene tu boca de guitarra.

No quiero que vacilen tu risa ni tus pasos,
no quiero que se muera mi herencia de alegría,
no llames a mi pecho, estoy ausente.
Vive en mi ausencia como en una casa.

Es una casa tan grande la ausencia
que pasarás en ella a través de los muros
y colgarás los cuadros en el aire.

Es una casa tan transparente la ausencia
que yo sin vida te veré vivir
y si sufres, mi amor, me moriré otra vez.

Y a Víctor Heredia, en un tema que cada vez que lo escucho, termino con los ojos anegados. Así y todo les digo: disfrútenlo.

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