07 noviembre 2008

Japi verday Don Skármeta



Antonio Skármeta
Escritor chileno, nacido en Antofagasta, que también ha destacado como director de cine. Estudió Filosofía y Letras en el Instituto Pe­dagógico de la Universidad de Chile, donde se graduó en 1964. Du­rante esos años era conocido en su país por sus trabajos como ac­tor y director del grupo de teatro estudiantil CADIP.
Amplió sus estudios en Estados Unidos y fue profesor en la Univer­sidad de Chile desde 1967 hasta 1973, año en el que, tras la caída de Salvador Allende, se trasladó primero a Buenos Aires y después, en 1975, a Berlín. Desde entonces se dedica a la literatura, el pe­riodismo, el cine y a impartir clases como profesor invitado en diver­sas universidades estadounidenses y europeas. Su actividad do­cente abarcó la enseñanza de filosofía contemporánea, dramaturgia y literatura. Su primer libro fue una colección de cuentos, El entu­siasmo (1967), al que siguieron Desnudo en el tejado (1969, Premio Casa de las Américas)... (“ahora puedo escribir etcétera, etcétera")
Su novela corta Ardiente paciencia (1985), que previamente había conocido una versión teatral (1984) y antes un guión para la radio (1983), se llevó al cine en 1995 con el título El cartero y Pablo Ne­ruda (Il postino), película dirigida por Michael Radford e interpre­tada por Massimo Troisi y Philippe Noiret. (y la fea de Maria Grazia Cucinotta).
Fue esta película la que supuso el reconocimiento y la recuperación de Antonio Skármeta como escritor. Su literatura se caracteriza por la amenidad, la fluidez verbal y un agudo sentido del humor.

Por favor miren este pedacito de la película Il postino. Tiene una conversación que me emociona y que en parte está transcrita en el párrafo siguiente
http://www.youtube.com/watch?v=ET7csv3p7Og

" -¡P'tas que me gustaría ser poeta!
-¡Hombre! En Chile todos son poetas. Es más original que sigas siendo cartero...
-¡Déme un ejemplo!
-“Me llamo mar, repite pegando en una piedra sin lograr conven­cerla. Entonces con siete lenguas verdes, de siete tigres verdes, de siete perros verdes, de siete mares verdes, la recorre, la besa, la humedece, y se golpea el pecho repitiendo su nombre”.
Hizo una pausa satisfecho.
- ¿Qué te parece?...
-¿Cómo se lo explicaría? Cuando usted decía el poema las pala­bras iban de acá pa'llá. -¡Como el mar, pues!
-Sí, pues, me movían igual que la mar...
-Te mareaste.
-¡Claro! Yo iba como un barco temblando en sus palabras.
Los párpados del poeta se despegaron lentamente.
-“Como un barco temblando en mis palabras”.
-¡Claro!
-¿Sabes que has hecho Mario?
-¿Qué?
-Una metáfora...
Contra los vidrios turbios de sal y polvo, soplaba una ráfaga que los hacía vibrar. Mario mantuvo la vista sobre una flor derramada contra el canto de un jarrón de greda, y reprodujo el texto...
-“Dolor e indignación asesinato presidente Allende...”
-Otro –dijo el vate sintiendo que subían sombras a sus ojos y que, como cataratas o galopes de fantasmas, buscaban trizar los crista­les para ir a reunirse con ciertos cuerpos borrosos, que se venían levantando desde la arena... su casa frente al mar y la casa de agua que ahora levitaba tras esos vidrios que también eran agua, sus ojos que también eran la casa de las cosas, sus labios que eran la casa de las palabras y ya se dejaban mojar dichosamente por esa misma agua que un día había rajado el ataúd de su padre...
Mario lo abrazó desde atrás, y levantando las manos para cubrirle las pupilas alucinadas, le dijo:
-No se muera, poeta. "

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