20 enero 2010

Volviendo a las pistas

En realidad han pasado muchas cosas que me impidieron seguir aportando colaboraciones al blog, pero la más importante, en este caso, fue que no tenía conexión a la red. Cosas que pasan, dijo Larralde. En fin, para comenzar este nueva era, les regalo un cuento:
EL HOMBRE QUE PLANTABA LEONES
Erase una vez un campesino que un día, en vez de frijoles, decidió sembrar leones en su campo.
–Pero, ¿qué sentido tiene cultivar leones? –decían sus vecinos.
–En el momento de la cosecha os daréis cuenta. –respondía nuestro campesino.
Llegó la primavera. Pero en su campo no crecieron leones sino co­nejos. Los vecinos no paraban de reír.
–No tiene frijoles, pero en compensación tiene conejos que le devo­ran todo lo que crece en su campo.
El hombre no se desanimó. El próximo año volvió a sembrar leones, y de nuevo cosechó conejos. La gente reía.
Con el pasar de los años el asunto dejó de ser divertido. Parecía normal que en aquella aldea en que todos plantaban cosas útiles y comestibles, hubiese un excéntrico que sembraba leones y cose­chaba conejos.
Cuando el campesino murió, su hijo heredó el campo y sembró leo­nes. Los vecinos empezaron a reír otra vez. Qué se puede creer!... Y sus carcajadas se volvieron burlonas cuando la cosecha fue de conejos.
Entonces el hijo comprendió que debía cesar. Plantó frijoles.
Los vecinos lo miraron con desprecio. Sacudiendo la cabeza sen­tenciaron:
–Su padre sí que era un hombre... sembraba leones. (*)


(*) Extractado de un reportaje y una nota a EUGENIO BARBA, Di­rector del Odin Teatret de Dinamarca. Traducción de Luis Masgrau, aparecido en LA MAGA del miércoles 22 de Noviembre de 1995.

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